Monseñor Saliège, el Arzobispo de Toulouse, fue un activo y vigoroso simpatizante de los judíos, que se esforzó por mejorar su situación en los campos de dentención en el sudoeste de Francia. Ya el 23 de noviembre de 1941, Saliège envió una carta de protesta a las autoridades de Vichy contra su política antijudía, aun cuando el resto de la jerarquía católica francesa se había mantenido en silencio o incluso la apoyaba. Saliège obtuvo información precisa acerca de las primeras deportaciones en agosto de 1942, desde los campos de detención hacia el campo de tránsito de Drancy. El domingo 23 de agosto de 1942, curas de todas las iglesias en la archidiócesis de Toulouse leyeron en voz alta su protesta pública:
“Mujeres y niños, padres y madres tratados como ganado, los miembros de la familia separados unos de otros y deportados hacia destinos desconocidos: se ha reservado para nuestro propio tiempo el ser testigo de tan triste espectáculo. ¿Por qué es que el derecho de santidad no existe más en nuestras iglesias? ¿Por qué es que somos derrotados?... Los judíos son hombres y mujeres reales. Los extranjeros son hombres y mujeres reales. No se puede abusar de ellos sin límite... Son parte de la especie humana. Son nuestros hermanos, como lo son tantos otros”.
De la noche a la mañana, el documento se convirtió en un manifiesto; se imprimieron cientos de miles de copias, que fueron distribuidas por miembros de la Resistencia por toda Francia. Los historiadores le adjudican a la protesta de Saliège una vasta influencia en el abrupto viraje de la opinión pública francesa en ese tiempo, cuando el apoyo al régimen de Vichy cayó en picada. La protesta, también, allanó el camino hacia la acción práctica de frustrar las políticas antisemitas de la gendarmería francesa y de las autoridades de ocupación. Saliège dio instrucciones a los clérigos y las monjas de su archidiósesis de ocultar judíos, particularmente niños. El adjunto de Saliège, el Obispo de Courreges, fue nombrado para coordinar actividades de salvataje de judíos por las instituciones de la Iglesia en la archidiócesis de Toulouse. Por instrucciones del Ministerio del Interior, el alcalde de la ciudad aplicó presiones, acompañadas de amenazas, en un intento de disuadir a los sacerdotes de leer la protesta de Saliège desde sus púlpitos. El Arzobispo resistió dichas presiones con enorme coraje y nobleza de espíritu. Las autoridades, entonces, intentaron impugnar su prestigio y autoridad espiritual publicando declaraciones incendiarias en su contra, pero no se atrevieron a silenciar ni castigar al líder católico, quien se mantuvo enérgico a pesar de su avanzada edad y precaria salud.
El 8 de julio de 1969, Yad Vashem reconoció a Monseñor Jules-Gérard Saliège como Justo de las Naciones.
FUENTE: http://www1.yadvashem.org/es/righteous/stories
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