martes, 17 de mayo de 2011
ESTANCIA JESUÍTICA SANTA CATALINA
Dentro de la llamada "Provincia Jesuítica del Paraguay", creada por la Orden al establecerse en Argentina en 1585, la Compañía de Jesús realizó emprendimientos destinados a tener gran repercusión en lo misional y educativo; así fue que logró un fuerte arraigo en la sociedad indiana a través de sus grandes actividades: los colegios y las misiones, que le dieron enorme ascendiente y prestigio entre los blancos y los indios. En 1608, la Companía creó en Córdoba un noviciado destinado a preparar a sus misioneros y suplir con ellos el déficit de religiosos provenientes de Europa. Dos años después se fundó el Colegio Máximo, punto de partida de la primera universidad argentina. Cada colegio aseguró su propia subsistencia económica con rentas y propiedades: haciendas, tierras de labor, molinos, ingenios, ganados. Así va adquiriendo una influencia extraordinaria sobre los ricos españoles y criollos, cuyos hijos se educaban en sus colegios y escuelas.
A mitad del siglo XVII, los jesuitas ya tenían la posesión de las que luego serían sus mejores estancias: Jesús María, Santa Catalina y Alta Gracia. En cada estancia se debió detectar las actividades más adecuadas en función de las tierras; se debieron construir cascos, dependencias, talleres, depósitos, viviendas para indios y esclavos y realizar obras de infraestructura tales como tajamares, acequias y canales.
Santa Catalina es la más grande de todas las estancias jesuíticas. Fue fundada en 1622. y se encuentra a 70 kilómetros de la capital de Córdoba, unos 20 km al noroeste de Jesús María
En lo que respecta específicamente a esta estancia, las tierras donde fue levantada habían sido otorgadas en merced, en 1584, a Don Miguel de Ardiles, que había acompañado a Don Jerónimo Luis de Cabrera en la fundación de Córdoba. Cuando Ardiles muere lo hereda su hijo, Miguel de Ardiles el Mozo, quien vende las tierras al herrero Luis Frassón, también miembro de la expedición de Cabrera. El 1º de agosto de 1622, Frassón vende todas las tierras a la Compañía de Jesús y así comenzaron las obras para establecer la estancia y el noviciado.
En las antiguas tierras de Calabalumba la Vieja, la Compañía de Jesús compra en cuatro mil quinientos pesos la Estancia de Santa Catalina que, por ese entonces, comprendía algunas precarias construcciones y muchas cabezas de ganado. Debido a la gran insuficiencia de agua, la primera gran obra de los jesuitas fue de ingeniería hidráulica: un conjunto de conductos subterráneos por el cual el agua llegaba a la finca desde Ongamira, a varios kilómetros de distancia en las sierras, y era almacenada en un gran tajamar. Así, Santa Catalina se convirtió en el gran centro de producción pecuaria con miles de cabezas de ganado vacuno, ovino y mular, además del obraje con sus telares y aparejos, la herrería, la carpintería, el batán (bastidor oscilante de telar) y dos molinos.
Pero más allá del gran emprendimiento productivo, Santa Catalina es conocida por su iglesia, ejemplo del barroco colonial en Argentina, visiblemente influenciado por la arquitectura centroeuropea del mismo estilo.
No se conocen fechas ciertas sobre la construcción de la Iglesia y Casa, pero sin duda debió realizarse en diferentes épocas y a lo largo de más de cien años, como lo prueba la placa de piedra de sapo que está colocada en la portada de la casa y que lleva la fecha de 1726. También fueron numerosos los arquitectos que trabajaron en la construcción, de ellos la historia ha retenido los nombres de los hermanos de la Orden, Blanqui y Prímoli, también constructores de la Catedral de Córdoba, y de Antonio Harls
Más de un siglo después de adquirir la estancia en 1754, los misioneros jesuitas terminaron de erigir la iglesia. Su imponente fachada, flanqueada por dos torres y un portal en curva, es de líneas y ornatos gráciles, con pilastras y frontones curvos.
En su interior fascina la armonía de las proporciones: una sola nave en cruz latina que culmina en la cúpula circular con ventanas en la bóveda, el gran retablo del altar mayor tallado en madera y dorado, en el que se destaca un lienzo representativo de la santa patrona de la estancia, una imagen de vestir del Señor de la Humildad y la Paciencia y la talla policromada de un Cristo crucificado.
A la monumental iglesia se le fueron sumando las demás construcciones del predio al estilo del Medioevo, claustros cercando patios, galerías con bóvedas de cañón, talleres, caballerizas, depósitos, huertas y rancherías.
Cuando fue sorprendida por la expulsión de la Orden -decretada por Carlos III en 1767- la estancia se encontraba en pleno auge y funcionamiento. Encargóse de su administración la Junta de Temporalidades, hasta que en octubre de 1774 fue vendida a Don Francisco Antonio Díaz, Alcalde Ordinario de primer voto de la ciudad de Córdoba.
Don Francisco Antonio Díaz adquirió la estancia Santa Catalina en una subasta promovida por la Junta de Temporalidades, permaneciendo en manos de cuatro ramas de familiares descendientes hasta la actualidad.
Si bien en 1941 fue declarada Museo Histórico Nacional y Patrimonio Cultural de la Humanidad en 2000, para internarse en los solariegos patios y recorrer la estancia hay que pedir permiso, ya que cerca de 60 habitaciones son ocupadas por sus dueños, que mantienen con celoso orgullo la tradición.
En lo que antes era la ranchería de indígenas y esclavos, hoy se erige una pulpería campestre, donde se puede comer rodeado de artesanías y antigüedades.
INFORMACIÓN DE LA WEB
ESTANCIA JESUÍTICA DE JESÚS MARÍA
Así premiaron a don Juan Nieto por sus servicios a las huestes colonizadoras de Jerónimo Cabrera: con las tierras de Alta Gracia que, por entonces, sólo concentraban un par de ranchos y cultivos realizados por los aborígenes de su encomienda. Ni se imaginaba que el heredero de esa precaria finca, don Alonso Nieto de Herrera, al ingresar a la Compañía de Jesús por el 1643, la donaría a la Orden. Y mucho menos que de la mano de los jesuitas se desarrollaría semejante emprendimiento productivo, dedicado a la rama textil, ganadera y agropecuaria y en especial al comercio de mulas.
Ubicada a 36 km al sudoeste de la ciudad de Córdoba, la Estancia de Alta Gracia por el año 1659 había dejado atrás la originaria construcción de adobe y se había transformado en una mole de cal y piedra, desafiando con su estilo barroco la arquitectura de la época. Estaba conformada por la residencia, el obraje destinado principalmente a la producción textil, la carpintería y los hornos, la ranchería y sus sesenta cuartos para trabajadores, el tajamar, un dique artificial utilizado para el riego de los cultivos y la iglesia.
Diseñada por el genio de Andrés Blanqui, arquitecto de la Orden y responsable de la mayoría de las obras coloniales más prestigiosas de la Argentina, el santuario es una verdadera joya del barroco colonial que corona el ala sur del complejo. Única en el país por su fachada sin torres, posee un perfil de curvas interrumpidas y pilastras apareadas que rememoran el barroco italiano tardío. En su interior exquisitamente ornamentado, se destacan el retablo del altar mayor con sus columnas salomónicas y el púlpito tallado en madera, debajo de la bóveda.
En 1810, luego de la expulsión y de sucesivos propietarios particulares, toma posesión de la Estancia don Santiago de Liniers, antiguo Virrey del Río de la Plata, que vivió por escasos cinco meses hasta su trágico final. Diez años más tarde, don Juan Manuel Solares compró y loteó las tierras de las inmediaciones de la estancia, dando origen a la incipiente ciudad de Alta Gracia.
Si bien en 1941 fue declarada Monumento Histórico Nacional, la residencia fue ocupada por los herederos de Solares hasta el año 1968. Recién en 1971 se iniciaron las tareas de restauración que permitieron inaugurarla como Museo Nacional Casa del Virrey Liniers, en pleno corazón del valle de Paravachasca, entre las últimas estribaciones de las sierras chicas.
Traspasar el pórtico e ingresar al Patio de Honor acompañados por el aroma de los naranjos, jazmines y duraznillos, nos invita al recorrido: la cúpula que sostiene las tres campanas, un reloj de sol con su sombra proyectada y un apacible silencio que nos transporta en el tiempo.
Las salas del museo reflejan fielmente los ambientes de la vida colonial: las cujas de algarrobo, petacas de viaje hechas en cuero crudo, la rueca de hilar lana, el brasero. Todo dispuesto como entonces. De igual modo, la sala dedicada a Liniers con muebles que pertenecieron a su familia: el juego de comedor, una cornucopia bañada en plata, la mesa de cedro tallada y un óleo del Virrey.
Hoy en día, la Estancia de Alta Gracia es seguramente la de mayor actividad. Su integridad original se vio modificada por la trama urbana de la misma ciudad: el museo funciona en lo que antiguamente era la residencia; el templo es en la actualidad la iglesia parroquial; el obraje pasó a ser una escuela secundaria, el tajamar, un centro de recreación y paseo; y sobre las tierras de producción se construyeron diversos barrios.
Por esta razón, remontar el pasado de la Estancia Jesuítica de Alta Gracia significa conocer los orígenes de la misma ciudad, hoy convertida en un pujante centro urbano.
INFORMACIÓN: www.welcomeargentina.com
jueves, 12 de mayo de 2011
ESPAÑA - SEVILLA - CATEDRAL
En el año 2008, la investigadora de la Universidad de Cantabria Begoña Alonso Ruiz encontró el plano más antiguo que se conoce de la Catedral de Sevilla en el Monasterio de Bidaurreta de Oñate (Guipúzcoa), el cual fue realizado alrededor de 1490.Este plano, una vez estudiado, ha aportado importantes datos sobre la construcción del edificio.
Uno de sus primeros maestros de obras fue Maese Carlín (Charles Galter), procedente de Normandía (Francia), que había trabajado previamente en otras grandes catedrales góticas europeas y llegó a España según se cree huyendo de la Guerra de los Cien Años. El 10 de octubre de 1506 se procedió a la colocación de la piedra postrera en la parte más alta del cimborio, con lo que simbólicamente la catedral quedó finalizada, aunque en realidad siguieron efectuándose trabajos de forma ininterrumpida a lo largo de los siglos, tanto para la decoración interior, como para añadir nuevas dependencias o consolidar y restaurar los desperfectos ocasionados por el paso del tiempo, o circunstancias extraordinarias, entre las que cabe destacar el terremoto de Lisboa de 1755 que produjo únicamente daños menores a pesar de su intensidad. En estas obras intervinieron los arquitectos Diego de Riaño, Martín de Gainza y Asensio de Maeda. También en esta etapa Hernán Ruiz edificó el último cuerpo de la Giralda. La catedral y sus dependencias quedaron terminadas en 1593.
El Cabildo Metropolitano mantiene la liturgia diaria y la celebración de las festividades del Corpus, la Inmaculada y la Virgen de los Reyes. En este templo se encuentra el cuerpo del famoso navegante Cristóbal Colón y el del Rey Fernando III de Castilla (1199-1252), canonizado en 1671 como San Fernando, siendo papa Clemente X.
La última obra de importancia realizada tuvo lugar en el año 2008 y consistió en la sustitución de 576 sillares que conformaban uno de los grandiosos pilares que sustentan el templo, por nuevos bloques de piedra de características similares pero con mucha mayor resistencia. Este difícil trabajo fue posible gracias al empleo de novedosos sistemas tecnológicos que demostraron que el edificio sufría diariamente unas oscilaciones de 2 cm como consecuencia de la dilatación de sus materiales.
FUENTE:es.wikipedia.org
PERÚ - MACHU PICCHU
Las ruinas, están dentro del llamado Santuario Histórico de Machu Picchu. El Santuario Histórico protege una serie de especies biológicas en peligro de extinción y varios establecimientos incas, entre los cuales Machu Picchu es el principal.
FUENTE: WIKI
miércoles, 4 de mayo de 2011
IITALIA - BASÍLICA DE SAN PABLO EXTRAMUROS
La basílica, y todo el complejo anexo, como el claustro y el monasterio, no son parte de la República Italiana, sino que son propiedad extraterritorial de la Santa Sede.
En 1980 fue incluida en la lista del Patrimonio de la Humanidad en Europa por la Unesco, con el número de identificación 91-013.
Antes de la basílica
El lugar en el que se encuentra la basílica de san Pablo Extramuros, a dos millas de la Vía Ostiensis, estaba ocupada por un vasto cementerio sub divos (sobre la tierra), que fue usado constantemente desde el siglo I a. C. hasta el siglo III d. C., y esporádicamente reutilizado con posterioridad, sobre todo en los mausoleos, hasta finales de la Antigüedad tardía. Era una amplia necrópolis y comprendía diversa tipología de tumbas, desde los columbarios de familia a las pequeñas capillas funerarias a menudo decoradas con frescos y estuco. Casi la totalidad de esta área sepulcral está ahora sepultada (en gran parte bajo el nivel del vecino río Tíber), y se estima que se extiende bajo toda el área de la basílica y de la zona que la rodea. Una mínima, pero significativa parte de ella puede verse a lo largo de la Via Ostiense, justo afuera del transepto norte de la basílica.
De la sepultura de Pablo a Constantino
En esta necrópolis fue enterrado san Pablo después de haber sido ejecutado en tiempos de la persecución neroniana que siguió al incendio de Roma del 64. Según algunas teorías, tanto él como san Pedro habrían sufrido martirio ese mismo año. Eusebio de Cesarea, en cambio, sostiene que ambos murieron en el 67. Según la tradición, una matrona (llamada Lucina, pero el nombre probablemente es fruto de las leyendas posteriores) dispuso una tumba para sepultar los restos del apóstol. Hay que imaginarse una tumba pobre, un sarcófago junto a otras sepulturas de todo tipo y extracción social, más o menos como la de Pedro en la necrópolis vaticana. Antes del Edicto de Milán, ya hubo un culto secreto alrededor de su tumba. Sobre su tumba se construyó un edículo, cella memoriae, como sobre la tumba de san Pedro. En su Historia Eclesiástica Eusebio de Cesarea menciona una carta de Gayo, presbítero bajo el papa Ceferino (199 – 217), en la que se citan los dos monumentos puestos sobre la tumba de los apóstoles, uno sobre la colina vaticana y el otro a lo largo de la Via Ostiense.
Más tarde, sobre ese lugar, objeto de continua peregrinación desde el siglo I, el emperador romano Constantino (306 – 337) creó una pequeña basílica, a dos kilómetros de la muralla Aureliana que circundaba Roma, saliendo por la puerta de san Pablo, de lo que resulta su nombre: fuori le mura (fuera de los muros, extramuros). Este edificio ha de incluirse en la serie de basílicas construidas por el emperador dentro pero sobre todo fuera de la ciudad, y fue la segunda fundación constantiniana en el tiempo, después de la catedral dedicada al Santo Salvador (la actual Basílica de san Juan de Letrán). Fue consagrado en noviembre de 324 por el papa Silvestre I.
Esta basílica estaba orientada hacia el oeste y tenía la entrada al este, como la basílica de san Pedro en el Vaticano. De ella se conserva sólo la curva del ábside, visible en el altar central de la basílica actual. Se debía tratar de un pequeño edificio, probablemente de tres naves, que tenía cerca del ábside la tumba de Pablo, adornada por una cruz dorada.
La basílica de los tres emperadores
La pequeña construcción constantiniana debió parecer inadecuada a los emperadores que le sucedieron, sobre todo desde la óptica de una revitalización de la figura de Pablo durante el período de la tetrarquía. Resultaba minúscula, sobre todo si se la comparaba con la Basílica de san Pedro. Por ello fue destruida para dar lugar a una gran basílica con cinco naves, más parecida a la basílica vaticana.
Bajo el reinado conjunto de los emperadores Teodosio I (379 – 395), Graciano (367 – 383) y Valentiniano II ([[375 – 392) fue erigida la basílica cuya estructura permanecerá en pie hasta el desastroso incendio de 1823. Esta basílica tenía al Este la Via Ostiense (la carretera hacia Ostia) por lo que hubo que extenderla hacia el Oeste, hacia el río Tíber, cambiando diametralmente la orientación. La entrada se colocó hacia el río Tíber, en lugar de hacia la via Ostiense, y esta es la orientación actual, utilizando la actual basílica parte de las estructuras murales que sobrevivieron al incendio.
En 384, Valentiniano II decidió el inicio de los trabajos, como da prueba una carta dirigida por el emperador al prefecto de la ciudad de Roma, Salustio, que se encargaba del estudio de los trabajos. Este edificio se llama “Teodosiano”, aunque fue terminado bajo Honorio. Fue construido por Cirade, llamado "Profesor Mechanicus" que proyectó un plan de cinco naves y un pórtico con cuatro 4 arcos. El papa Siricio consagró el edificio.
Adiciones posteriores, como el arco triunfal sobre columnas monumentales y el espléndido mosaico que lo decoraba, se atribuyen respectivamente a las restauraciones efectuadas por Gala Placidia (390 – 450) y otras intervenciones del papa León I el Magno (440 – 461). Gala Placidia, hija de Teodosio y esposa de Honorio, añadió el mosaico del arco de triunfo, que se rehará entre los siglos VIII y IX. Por su parte, el papa León I ordenó la realización de los tondos con retratos papales que recorrían todas las arcadas de la nave central; algunos de ellos, que sobrevivieron al incendio, se conservan en la Raccolta de Rossi, en el antiguo monasterio, junto a otros restaurados a lo largo de los siglos. Hoy en día pueden verse estos retratos, en un friso que se extiende sobre las columnas que separan las cuatro naves y pasillos. A León el Grande se atribuye también la elevación del transepto, para lo cual fue necesario subir el lugar devocional correspondiente a la tumba del apóstol.
El poeta cristiano Prudencio (348-h. 413) describe los esplendores del monumento en unas pocas pero expresivas líneas. Se dedicó también a los santos Taurino y Herculano, mártires de Ostia en el siglo V, se le llamó la basilica trium Dominorum 'basílica de los tres señores'.
De la antigua basílica sólo queda la porción interior del ábside con el arco triunfal y los mosaicos de este último.
La basílica de Gregorio Magno al siglo XIX
Bajo el pontificado de Gregorio Magno (590 – 604) la basílica fue modificada drásticamente. El nivel del pavimento se subió, sobre todo en el sector presbiterial, para realizar el altar directamente sobre la tumba de Pablo. Una operación similar se hizo en la Basílica de San Pedro. De este modo se pudo realizar también una confesión, esto es, un pequeño acceso puesto bajo el nivel del transepto, desde donde podía accederse a la tumba del apóstol.
En esta época había dos monasterios cerca de la basílica: San Aristo para hombres y San Esteban para mujeres. Los servicios eran atendidos por un cuerpo especial de clérigos que había sido instituido por el Papa Simplicio (m. h. 483). Con el tiempo, los monasterios y los clérigos de la basílica decayeron; el papa Gregorio II (m. 731) restauró el primero y confió a los monjes el cuidado de la basílica.
La basílica fue saqueada por los lombardos en 739. Las papas continuaron siendo generosos con el monasterio; la basílica resultó nuevamente dañada durante las invasiones sarracenas del siglo IX, siendo saqueada en 847. Por este motivo, el papa Juan VIII (820-882) fortificó la basílica, el monasterio, y los alojamientos de los campesinos, formando la ciudad de Joannispolis, que aún era recordada en el siglo XIII.
En 937, cuando san Odón de Cluny fue a Roma, Alberico II de Spoleto, patricio romano, confió el monasterio y la basílica a su congregación y Odón nombró a Balduino de Monte Cassino.
El papa Gregorio VII (h. 1020-1085) fue abad del monasterio y en su época Pantaleone de Amalfi presentó las puertas de bronce de la basílica mayor, que fueron ejecutadas por artistas de Constantinopla.
El gracioso claustro del monasterio se erigió entre 1220 y 1241.
La basílica se enriqueció con un baldaquino realizado en 1285 por Arnolfo di Cambio. A este siglo pertenecen también los mosaicos del ábside. La sacristía contiene una bella estatua del papa Bonifacio IX (1356-1404). El papa Martín V (h. 1368-1431) lo confió a los monjes de la Congregación de Monte Cassino. Entonces se convirtió en una abadía territorial o abadía nullius. La jurisdicción de abad se extendió sobre los distritos de Civitella San Paolo, Leprignano y Nazzano, todos los cuales formaban parroquias; la parroquia de San Pablo en Roma, sin embargo, queda bajo la jurisdicción del cardenal vicario.
La estructura de la basílica no sufrió ulteriores cambios hasta el papado de Sixto V (1585 – 1590), el cual, aparte de desmantelar algunas estructuras en torno al altar, hizo descubrir la confesión gregoriana creando una confesión descubierta, que permaneció así hasta el incendio. Esta confesión estaba orientada hacia el ábside, al contrario de la actual, orientada hacia las naves.
Desde 1215 hasta 1964 fue la sede del Patriarca Latino de Alejandría.
Durante el pontificado del papa Pío VII, en la noche del 15 al 16 de julio de 1823, un incendio destruyó la mayor parte del edificio, dejando incólume el claustro. El fuego se inició por la negligencia de un trabajador que estaba reparando el plomo del tejado. De este modo quedó prácticamente destruida la basílica, la única entre todas las iglesias de Roma que había conservado su primitivo carácter durante 1435 años.
Quedaron en pie pocas estructuras. Debieron reconstruirse gran parte de los muros. En aquella época el debate sobre las varias teorías de restauración estaba muy avanzado, a pesar de lo cual los arquitectos encargados de las labores prefirieron reconstruir una basílica completamente nueva, de tal manera que los visitantes difícilmente pueden reconocer en la construcción actual el diseño de una basílica de finales del siglo IV.
El papa León XII se ocupó de la reconstrucción del edificio. Se eligió guardar el plan paleocristiano y construir un nuevo edificio. La Santa Sede eligió el proyecto de Giuseppe Valadier, pero la Comisión para la reconstrucción confió los trabajos a Pasquale Belli. A su muerte, siguió los trabajos Luigi Poletti.
Todo el mundo contribuyó a la restauración. El virrey de Egipto envió pilares de alabastro, el emperador de Rusia la preciosa malaquita y lapislázuli del tabernáculo. La obra en la fachada principal, que mira al Tíber, fue acabada por el gobierno italiano, que declaró la iglesia un monumento nacional.
El resultado final, aunque guardando la tipología de basílica paleocristiana, dista mucho del edificio de Teodosio.
Se taparon las ventanas de la nave central para añadir escenas de la vida de san Pablo en dos series de mosaicos. Se suprimieron todas las irregularidades (columnas torcidas, decorados bajo los arcos...). Se sustituyó el pavimento de mármol liso por otro geométrico.
El mosaico de la fachada, del siglo XI, fue sustituido por uno nuevo, alejado de los cánones estéticos paleocristianos. Restos del primer mosaico son visibles detrás del arco de triunfo.
La basílica actual es un edificio neoclásico, estilo que toma sus referencias del Alto Imperio, y no paleocristiano, esto es, un arte de la Antigüedad Tardía.
La construcción mide de largo 131,66 metros, 65 de ancho y 29,70 de alto. Es imponente y es, en tamaño, la segunda de las cuatro basílicas patriarcales de Roma.
En su interior, alrededor de la nave central y el transepto hay tondos que contienen las efigies de todos los pontífices, desde San Pedro al actual.
Anexos a la basílica están el claustro y el monasterio.
FUENTE: es.wikipedia.org
ITALIA - BASÍLICA SANTA MARÍA LA MAYOR
Situada en la cima de la colina del Esquilino es la única que conserva su estructura original de los primeros cristianos, aunque enriquecida por sucesivas adiciones. Fue construida por el Papa Sixto III, entre 432 y 440 y dedicada al culto de la Virgen, el dogma de la maternidad divina, que acababa de ser publicada por el Concilio de Éfeso (431). Se construyó sobre una iglesia anterior, que en una tradición generalizada, la Virgen se le había aparecido para inspirar en un sueño al Papa Liberio y al patricio Juan en lo que se supone un lugar ideal para que se produjera un milagro. Así, cuando la mañana del 5 de agosto, una nevada inusual emblanqueció el monte Esquilino, el Papa Liberio trazó en la nieve el perímetro de la nueva basílica, construida entonces mediante la financiación de Juan. De todos modos los 5 de agosto de cada año, en la memoria de Nuestra Señora de las Nieves, se festeja la evocación del “milagro de la nieve”, durante una sugestiva celebración se hace caer desde el techo una cascada de pétalos blancos.
Dentro de una de las obras más importantes que contiene está el espléndido mosaico con las historias del Antiguo y Nuevo Testamento, que data del siglo V, poco después del Concilio de Efeso, que demuestran las características estilísticas del arte antiguo tardío: las sombras, los degradados, con secciones de color gradual, la representación realista del espacio y del volumen, etc. Los mosaicos bizantinos muestran escenas de los Evangelios apócrifos sobre la infancia de Cristo. El crucero se añadió en la Edad Media. En el siglo XIV, durante el pontificado de Nicolás IV (siglo XIII tardío), también se reconstruyó el mosaico del ábside, la Coronación de María, de Jacopo Torriti. De la misma época son los mosaicos de la fachada, obra de Filippo Rusuti. Entre las obras añadidas a lo largo de los siglos pueden ser listadas la capilla de la Natividad de Arnolfo di Cambio (destruida), del siglo XIV, y la capilla Sforza, obra de Miguel Ángel. A finales del siglo XVI, Sixto V ordenó la ejecución de un ciclo de frescos en las paredes de las ventanas. El exterior del ábside, frente a Piazza del Esquilino, es obra de Carlo Rinaldi.
FUENTE: www.exploraroma.com
ITALIA - VATICANO - BASÍLICA DE SAN PEDRO
La tradición cuenta que San Pedro, uno de los apóstoles de Jesús, fue enterrado allí después de su crucifixión. Hoy sólo podemos imaginar la grandeza de este edificio, inmortalizada en representaciones artísticas: enriquecido a lo largo de los siglos con obras de arte. En tiempos del papa Nicolás V (1447 - 1455), la basílica de Constantino sobrevivió a los saqueos y los incendios de la ciudad tras la caída del Imperio Romano de Occidente. El proyecto de restauración también incluía la ampliación del transepto y la adición de un coro que era la continuación lógica de la nave. Con la muerte del Papa, la labor no había tenido un gran desarrollo, pero se comenzó a hablar de la construcción de una basílica colosal nueva.
El trabajo fue encargado a Donato Bramante, uno los más importantes arquitectos de la época, que propuso un sistema revolucionario de cruz griega, caracterizado por una gran cúpula semiesférica en el centro del complejo, inspirado en el Panteón romano. La búsqueda del equilibrio perfecto entre las partes obligó al mismo Bramante a idear un altar mayor, una clara señal de que los ideales del Renacimiento también se completaron dentro de los Estados Pontificios.
La construcción de la nueva basílica, que en realidad representa la aplicación más impresionante de los estudios teóricos realizados por Leonardo da Vinci para iglesias circulares, estaba claramente inspirada en la tribuna octogonal de la catedral de Florencia. Sin embargo, la muerte de Julio II (1513), que fue seguida por la del arquitecto (1514), provocó importantes retrasos a la obra de construcción. Los sucesores fueron Raffaello Sanzio Bramante y Baldassare Peruzzi, que plantearon dos soluciones diferentes para la terminación de la construcción: la primera era una basílica con un cuerpo longitudinal de tres naves, mientras que Peruzzi seguía siendo esencialmente fiel a la solución de un plan central. La muerte de Rafael (1520) y el Saqueo de Roma (1527) impidieron la materialización de estos proyectos. Posteriormente, el trabajo fue considerado por Antonio da Sangallo el Joven, que reforzó los pilares de la cúpula y elaboró un modelo de madera en gran escala sobre el que trabajó desde 1539 hasta 1546 utilizando la ayuda de Antonio Labacco. Para el proyecto sostenido por Peruzzi se injertó una parte delantera, flanqueada por dos campanarios de altura; la cúpula se apartó del clásico ideal de Bramante, con un aumento basado en la elíptica, mitigada por un doble tambor clásico. Sobrevivió entonces la antigua basílica de Constantino, ahora como un apéndice de la nueva estructura, y de la que en 1545 fue separada por un tabique, probablemente para protegerla del ruido y el polvo del patio.
ITALIA - BASÍLICA DE SAN JUAN DE LETRÁN
La Archibasílica Laterana o Lateranense, más comúnmente conocida como San Juan de Letrán, es la catedral de Roma y la sede eclesiástica oficial del Papa, que contiene el trono papal y la Santa Sede.
Es también la primera de las cuatro basílicas papales y la iglesia más antigua de Occidente. Su nombre completo es Archibasílica del Santísimo Salvador de San Juan el Bautista y el Evangelista de la Madre de Letrán y la Cabeza de Todas las Iglesias de la Ciudad y el Mundo (En latín: Archibasilique Sanctissimi Salvatoris et Sancti Iohannes Baptista y Evangelista en mater omnium urbis et orbis Laterano Ecclesiarum et caput).
La basílica fue construida en el siglo IV en la zona entonces conocida como la Laterani Horti, las antiguas posesiones de la familia de Laterani, que confiscadas pasaron a formar parte de la propiedad imperial en épocas de Nerón. Restituidos a los Laterani por Septimio Severo, que había construido cerca la Castra nova equitum singularium, la tierra y el edificio que estaba allí llegaron al emperador Constantino en el 307 cuando se casó con su segunda esposa, Fausta, hija del ex-emperador Maximiano y hermana de Majencio, el usurpador. La residencia era conocida entonces bajo el nombre de Domus Faustae y Constantino la obtuvo como propiedad personal, al ganar la batalla de Ponte Milvio a Majencio en 312.
La tradición cristiana marcó las huellas de victoria con una visión profética: que el lema “In hoc signo vinces” obligaría al emperador a pintar el símbolo cristiano de la cruz en los escudos de sus soldados victoriosos. Así, Constantino le dio, en agradecimiento a Cristo, la antigua tierra y la residencia de Letrán al obispo de Roma, en una fecha incierta, pero que está asociada al papado de Milcíades (310-314). En el sitio del campamento fue construida una primitiva iglesia, consagrada por Milcíades Redentor, a raíz del edicto de Milán, que legalizó el cristianismo en el año 313. En la domus, que se convirtió en la sede papal, se celebró ese año el Consejo en el cual se declaró herejía al donatismo. La inauguración oficial de la basílica fue realizada por el papa Silvestre I en el 324, que nombró a la iglesia y al adyacente Palacio de Letrán como Domus Dei ( “la casa de Dios”).
La iglesia original fue conocida por su belleza y su importancia, llamada Aurea Basílica, y fue objeto de donaciones importantes por parte de los emperadores, los papas y otros benefactores. El edificio estaba orientado de este a oeste según la típica basílica paleocristiana, con su fachada orientada hacia el este, hacia la salida del sol, y el ábside con el altar de cara al oeste, hacia la puesta del sol. Oriente era la ubicación de Paraíso y la de Cristo y también la dirección de la que volvería a la tierra. La iglesia primitiva tenía una forma oblonga y constaba de cinco naves fuertemente descendientes en altura, divididas por columnas: la nave era más amplia y superior y se elevaba por encima lo que le permitía abrir las ventanas en el triforio. Opuesto a esta fachada había un ábside. En la parte inferior de la nave había una nave transversal; entre los pasillos y el crucero, dos columnas daban gran apoyo a un gran arco triunfal. Ya afectada por el saqueo de Roma en el 410 por los visigodos de Alarico, hacia el año 455 la basílica fue nuevamente saqueada por los vándalos de Genserico, que la privó de todos sus tesoros. Pero la iglesia fue restaurada a todo su esplendor por el Papa León Magno en torno a 460, y luego se enriqueció más aún con su sucesor Hilario, que añadió tres oradores. La basílica fue restaurada luego por Adrián I en el siglo VIII, que aparece en todo su esplendor durante la Semana Santa de 774, cuando allí fue bautizado Carlomagno. Nuevas intervenciones posteriores se hicieron en los años 844-847, bajo el papa Sergio.
FUENTE: www.exploraroma.com
BÉLGICA - BRUJAS
Al pie de la torre del campanario en el Grote Markt de Brujas
Vista desde el RozenhoedkaaiEl Mercado y el Campanario
El Béguinage en Brujas también llamado Begijnhof en flamenco es una comunidad cerrada compuesta de casas, una iglesia y espacios verdes. Las beguinas eran mujeres que dedicaron su vida a Dios sin retirarse del mundo.
Recorriendo un poco la comunidad de Béguinage
PARÍS - ST ÉTIENNE DU MONT
Saint-Étienne-du-Mont es una iglesia de París, situada en la Montaña Santa Genoveva en el Vº distrito de París, junto al Panteón. En él se halla la tumba con los restos de Santa Genoveva, patrona de París. Esta iglesia alberga, a ambos lados de la entrada del presbiterio, las tumbas de Blaise Pascal y Jean Racine.
PARÍS DE NOCHE
La ciudad de París desde el segundo piso de la torre a 115 metros de altura. En el ángulo noreste de la torre, el puente de Jena que nos lleva a la rivera opuesta del Sena, los Jardines de Trocadero, el Palais de Chailott iluminado. Como fondo los edificios de la Défense y París dominan los barrios del oeste. A la derecha, se distingue la silueta del Arco de Triunfo. Luego los otros puentes sobre el Sena, entre ellos el Puente Alma detrás del cual se eleva en el horizonte la Iglesia de Montmartre. Seguimos nuestro recorrido virtual por los techos de París y aterrizamos en la cúpula dorada de Invalides, luego la torre de Montparnasse.
Notre-Dame de París se encuentra en la Isla de la Ciudad, en el corazón de París. Una caminata nocturna a lo largo del Sena bajo los puentes de París nos lleva al puente St-Michel heciéndonos descubrir la fachada oeste de Notre Dame.El puente, St-Michel, que une el Palacio Real a la margen izquierda, fue construido originalmente en madera en 1378, pero ha sido reconstruido varias veces. El actual puente de tres arcos de mampostería fue construido en 1857. Los medallones con una "N" que decoran el tímpano son el signo del Segundo Imperio.
PARÍS - LA TORRE EIFFEL
Los tulipanes están en flor en mayo en los pies de la Torre Eiffel en París! Hacé click en "La Torre Eiffel y los tulipanes de mayo" y disfruta la vista.
La Torre Eiffel y los tulipanes de mayo
martes, 3 de mayo de 2011
ESPAÑA - SALAMANCA
Salamanca alberga la universidad, en activo, más antigua de España, la Universidad de Salamanca, fundada en 1218 por Alfonso IX de León, y la primera de Europa que ostentó el título de Universidad por el edicto de 1253 de Alfonso X de Castilla y de León y la bula del Papa Alejandro IV en 1255. Durante la época en la que fue una de las universidades más prestigiosas de occidente se hizo popular la frase: Quod natura non dat, Salamantica non praestat, que significa «Lo que la naturaleza no da, Salamanca no presta».
Salamanca está ligada a la Historia Universal por nombres propios como: Antonio de Nebrija, Cristóbal Colón, Fernando de Rojas, Francisco de Vitoria y la Escuela de Salamanca, Fray Luis de León, o Miguel de Unamuno.
En 1988 la ciudad fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Cuenta con un importante patrimonio arquitectónico, entre el que destacan sus dos catedrales, la Catedral Vieja y la Nueva, la Casa de las Conchas, la Plaza Mayor, el Convento de San Esteban y las Escuelas Mayores. Desde 2003, la Semana Santa en Salamanca está declarada de Interés Turístico Internacional.
En 2002 fue Capital Europea de la Cultura, en 2005 acogió la celebración de la XV Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno y desde el mismo año celebra anualmente el Festival Internacional de las Artes de Castilla y León.
FUENTE: es.wikipedia.org