La filmografía vampírica es muy extensa, quizá la más extensa del cine de terror, y es interesante para descubrir cómo el cine de terror ha intentado asustarnos con el mito del vampiro.
La primera película sobre Drácula que se realizó fue "Nosferatu, el vampiro" (1920) de Murnau, con la genial representación de Max Schreckaunque. El vampiro se llamará Orlok en vez de Drácula y el resto de los personajes tendrán nombres distintos a los originales.
La causa de esta diferencia se encuentra en que la viuda de Stoker no quiso ceder los derechos de la novela, por lo que la película se hizo de forma ilegal. Por suerte, aunque se intentaron destruir todas las copias, algunas ya se habían distribuido a otros países por lo que nos ha podido llegar esta pequeña obra maestra del temprano expresionismo alemán. Posiblemente ésta es la causa de que la aristocrática y elegante figura del conde que todos conocemos apareciera aquí con severos cambios: un ser delgado, desgarbado, de largos brazos con grandes manos y uñas curvadas, calvo, de nariz ganchuda, orejas puntiagudas e incisivos anteriores largos y puntiagudos y con colmillos normales
Nina, la heroína, luego de enterarse de que un vampiro muere si una mujer de corazón puro lo mantiene ocupado hasta el canto del gallo, decide "invitar" al Conde a su habitación.
Esta imagen, más aterradora que la típica del vampiro, se repitió poco en el cine, la vemos en "Nosferatu, el vampiro de la noche" (1979) de Werner Herzog -remake del original- y "El misterio de Salem´s Lot" (1979) de Tobe Hooper -adaptación televisiva de una novela de Stephen King-, sin mencionar la interesante "La sombra del vampiro" (2000) de Elias Merhige, obra donde se retoma una leyenda creada en el rodaje de la obra original de Murnau y que obtuvo 2 nominaciones a los Oscar.
domingo, 17 de enero de 2010
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